Utopia Siglo XXI

 

 

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sábado, enero 18, 2003

 




Antiglobalización

Feliciano Robles Blanco
Licenciado en Ciencias de la Educación

Con este artículo doy inicio a la publicación de un trabajo serio y riguroso que ha elaborado la sección de ATTAC Sevilla para dar a conocer a los ciudadanos y a los políticos los aspectos más negativos que contiene la mal llamada Globalización y que no es otra cosa que la implantación brutal de las políticas neloliberales economicistas donde todo se pone en manos del mercado y bajo la regla del máximo beneficio económico que tal y como se demostrará a lo largo de este trabajo solamente beneficia a los más poderosos, llevando la pobreza, precariedad y la desesperación a la mayoría de ciudadanos del mundo. Se inicia este trabajo, explicando lo que es la Organización Mundial del Comercio (OMC).

LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DEL COMERCIO-OMC

Principios fundamentales que rigen la OMC

La Organización Mundial del Comercio, OMC (en inglés WTO: World Trade Organization), es una agrupación de países creada fuera del ámbito de influencia de las Naciones Unidas, con la función de establecer las normas y regir el comercio internacional.

Nace en 1995 como resultado de las negociaciones de la denominada Ronda de Uruguay (1986-1994). Tiene su sede en Ginebra y a ella están adscritos 144 Estados en la actualidad, entre ellos España. Su antecedente está en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT en sus siglas inglesas), para la liberalización del comercio de mercancías, que viene negociándose progresivamente desde los últimos 50 años.

La misión de la OMC, según sus inspiradores, es facilitar a las empresas productoras de bienes y servicios y a los exportadores e importadores, el desarrollo de su actividad comercial internacional, removiendo los obstáculos internos de los países miembros y garantizando que el comercio se desarrolle con la mayor libertad y previsibilidad posible.

La OMC desempeña las siguientes funciones para el comercio internacional:

· Sirve de foro para negociaciones y acuerdos comerciales entre los Estados miembros;
· Administra la ejecución de los acuerdos comerciales;
· Trata de resolver las diferencias comerciales entre países;
· Supervisa las políticas comerciales nacionales para que se ajusten al cumplimento de lo acordado.

El libre comercio regido por la OMC se basa en dos normas principales con un objetivo común: la no discriminación entre las empresas de los países miembros para el comercio de productos y servicios. Estas reglas son la Nación Más Favorecida y el Trato Nacional.

1. Nación Más Favorecida

Todos los países miembros de la OMC tienen las mismas ventajas a la hora de comerciar. Ningún país puede favorecer a otro en particular y las condiciones más ventajosas serán las generales para todos. Fundamentalmente, esta norma concede soberanía a los proveedores corporativos de servicios provenientes de todos los demás países miembros, garantizando que los gobiernos anfitriones les proporcionen un trato de favor. La norma se aplica a todos los productos y servicios e impide a cualquier país, gobierno regional o local, limitar las actividades de las empresas extranjeras, aunque estas incumplan los mínimos derechos sociales, normas laborales o medioambientales.

2. Trato Nacional

Todas las mercancías y servicios deben ser tratados igual que los productos y servicios nacionales, sin ningún tipo de discriminación. Si un Estado da facilidades a la producción nacional, tiene que actuar del mismo modo con el resto de las empresas que operan dentro de ese país, aunque sean extranjeras. Esta norma no permite que los gobiernos favorezcan y fomenten sus propios sectores productivos y de servicios nacionales contra las empresas transnacionales.


El marco ideológico de la OMC

La OMC parte del supuesto de que existe una relación estadística indudable entre un comercio más libre de mercancías, capitales y servicios y el crecimiento económico para todos. Según esto las políticas comerciales liberales, que permiten la circulación sin restricciones de bienes y servicios, multiplican los beneficios que reporta la generación de los mejores productos con el mejor diseño y al mejor precio. La otra alternativa es la protección contra las importaciones y las constantes subvenciones oficiales que, según la OMC, conduce a la creación de empresas desmesuradas e ineficientes que suministran a los consumidores productos anticuados y carentes de atractivo. Si los gobiernos aplican estas políticas, los mercados se contraen y la actividad económica mundial se reduce. Por ello la OMC se esfuerza en impedir trayectorias “contraproducentes y destructivas” hacia el proteccionismo, entendiendo como posibles “barreras no arancelarias al comercio” asuntos como la protección social, a los trabajadores, a las empresas nacionales, al medioambiente o la diversidad cultural.

Pero la realidad no hace más que confirmar que el mundo está cada vez está más polarizado y que la liberalización tiene como resultado el agravamiento de las desigualdades sin solucionar problemas como el hambre, aunque la producción de alimentos sea suficiente para todos, o la pobreza. Mientras, se estima que los ingresos de 2.600 millones de personas en el mundo son equivalentes a los que poseen 358 oligarcas. Por tanto, la liberalización del comercio de bienes y servicios acentúa la diferencia de rentas entre los países ricos y pobres, dado que estos últimos no pueden competir en igualdad de condiciones por sus retrasos estructurales en tecnología y educación.

La OMC considera su actividad, la regulación del comercio mundial, como un asunto puramente técnico, una cuestión de expertos en la cual los ciudadanos y los gobiernos democráticos poco o nada deben decir. De este modo los países de la OMC no pueden restringir o prohibir la entrada de productos fabricados por niños y niñas en régimen de esclavitud a efectos prácticos, ni pueden excluir de los concursos públicos a las empresas que imponen este régimen, pues la OMC ha dictado que no se pueden “discriminar” empresas ni productos sobre la base del “modo en que estos se producen”. El cuestionamiento de la intervención de los Estados a los movimientos de productos, servicios y capital es el colofón de las doctrinas en favor de la privatización y desregulación laboral promovidas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que pregonan la venta de las empresas públicas, limitar el poder de los sindicatos, rebajar la presión fiscal sobre las rentas del capital y reducir la políticas redistributivas.

Bajo la OMC se está creando un sistema global de reglas de obligado cumplimiento donde las corporaciones transnacionales tienen todos los privilegios, los gobiernos tienen todas las obligaciones, y donde la democracia queda debilitada. Esta organización pretende subordinar a sus reglas los derechos sociales, la protección del medio ambiente y las necesidades básicas. Este sistema de "libre comercio" ha minado las formas de vida de campesinos, pueblos indígenas, jornaleros, obreros y en general, de los pobres y clases medias de todas partes del mundo.

 

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