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domingo, noviembre 16, 2003

 

Ética y prospectiva económica

Feliciano Robles Blanco

Recientemente se ha celebrado en Sevilla y organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo un Encuentro titulado Ética y prospectiva económica, tecnológica y social, cuyos directores han sido los profesores de Economía Emilio Fontela y Joaquín Guzmán.

Mi hijo ha asistido a tal Encuentro y entre la documentación que le han dado figura un pequeño libro titulado Economía ética y bienestar social cuyos coordinadores del libro han sido los citados profesores.

Voy hacer en dos aportes lo más significativos que estos profesores aportan con sus ideas, ya que lo considero sumamente interesante para las personas que carecemos de formación económica de tipo academicista pero somos conscientes que el mundo se rige por poderes económicos muy fuertes y organizados que benefician a una minoría insaciable a cambio de sumir en la pobreza a una gran mayoría de la población.

Dice el profesor Guzmán que a los economistas se les identifica desde fuera, con un mundo que tiene que ver mucho más con los grandes beneficios, la riqueza y el poder que con la problemática de la pobreza, la escasez de recursos y la justicia social. Asimismo los propios estudiantes de Economía creen que esta ciencia consiste básicamente en el estudio de una serie de técnicas para maximizar beneficios en el plano personal o empresarial. De ahí que los términos más popularizados del mundo económico sean los de tipos de interés, rentabilidad, productividad, competitividad y cotizaciones en bolsa.

En las facultades de Económicas se estudia principalmente para saber como sacar el máximo beneficio monetario, especialmente en los países avanzados, pero no tanto para saber cómo luchar contra la pobreza o el hipodesarrollo de la mayor parte de la humanidad.

Existe pues un gran distanciamiento entre los conocimientos económicos y los valores éticos de la Humanidad.

El paradigma de la competencia


El actual régimen de la globalización descansa sobre el paradigma de la competencia. A los agentes económicos se les exige, en un contexto general de liberalización, la máxima eficacia y competitividad para conseguir el éxito económico. Es pues la competitividad, y no la globalización, lo que verdaderamente tiene consecuencias para bien o para mal.

De una parte la competencia, indudablemente, impulsa y estimula la innovación y el avance tecnológico, y con ello el incremento de la productividad, de la renta, y en definitiva del nivel de vida de aquellos que consiguen vencer en el enfrentamiento multicompetitivo. La competencia, empero, también conlleva simultáneamente unos perdedores, que se sitúan tanto en los países hipodesarrollados como en el seno de los países hipérdesarrollados. Esta dualidad negativa y positiva de la competencia está generando una serie de graves problemas a escala mundial, porque está conllevando a una concentración de la riqueza y a un gran distanciamiento de unos países respecto de otros y de unas personas respecto de otras. Estando creando un a sociedad de integrados y excluidos.

Por otra parte está situación de desigualdades está propiciando el fenómeno de las migraciones clandestinas internacionales, con todas sus secuelas de muertes, mafias comerciales de seres humanos, trabajo y sobreexplotación en condiciones inhumanas, etc.

Asimismo la carrera competitiva también está propiciando unos costes medioambientales difícilmente soportables, especialmente de cara al futuro del planeta.

Criterios éticos en economía

El sistema capitalista se fundamenta en tres componentes esenciales e imprescindibles para su existencia y funcionamiento:

- El mercado y los precios
- La propiedad privada
- El amor o interés propio.

El mercado y los precios constituyen el mecanismo de asignación de recursos del sistema. No ha sufrido grandes cambios en los últimos doscientos años a pesar de la mayor sofisticación del mercado y de la formación de precios de bienes y servicios.

La propiedad privada constituye la institución básica del sistema capitalista y se remonta a la época del imperio romano. Tiene un carácter estático y no ha sufrido grandes cambios en el curso de los tiempos.

El interés propio es el más dinámico porque representa la motivación que empuja el comportamiento de los agentes económicos. Es el motor que hace evolucionar el sistema y es el que ha sufrido grandes cambios a lo largo del tiempo. Este interés propio se ha convertido en un afán de acumulación de riqueza verdaderamente enfermizo dando paso a la cultura del dinero en la sociedad actual. Un inusitado afán de lucro personal y un verdadero fetichismo consumista está caracterizando en los últimos tiempos el comportamiento de los agentes económicos donde se ha extendido el concepto “tanto tienes, tanto vales”
Este culto al dinero tiene tres características:

- Es exclusivo
- Es excluyente
- Es insaciable

Sin embargo la Ética tiene que ver con otros valores:
-Valores que estén ampliamente asentados en la sociedad.
-Valores que persigan el bien individual y también el bien universal.

La ciencia económica puede y debe contemplar otro tipo de motivaciones además del lucro material, estos valores vendrían definidos por la llamada tasa de benevolencia que significa la cantidad de cosas, medidas en dólares, que una persona estaría dispuesta a sacrificar por un incremento de un dólar en otros, o sea, lo que uno es capaz de perjudicarse por beneficiar a otros.

El profesor Joaquín Guzmán termina su artículo con el siguiente poema:

El dinero,
Puede comprar una casa
Pero no un hogar
Puede comprar una cama
Pero no un sueño
Puede comprar un reloj
Pero no el tiempo
Puede comprar un libro
Pero no el conocimiento
Puede comprar una posición
Pero no el respeto
Puede pagar un médico
Pero no la salud
Puede comprar la sangre
Pero no la vida
Puede comprar el sexo
Pero no el amor

 

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