Utopia Siglo XXI

 

 

Diario educativo de Feliciano Robles, para tratar de conseguir una Educacion integradora y liberadora en los valores humanos que mas dignifican a las personas.

 

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miércoles, diciembre 24, 2003

 

Navidad

Feliciano Robles Blanco*

Hola, amigas y amigos, también hoy, día de Navidad, os voy a dar la lata, si no queréis perder tiempo, le dais a suprimir y ya está.
Estoy especialmente motivado para trabajar el día de Navidad, aunque sólo sean los pocos minutos que me cuesta escribir estas líneas, en solidaridad con la cantidad de millones de personas, para los cuales ni hoy ni nunca pueden sentir ni disfrutar de un día de Navidad.
Fue precisamente un día de Navidad, el día más terrible de mi vida y aquél en el que decidí que tenía que poner rumbo a otra parte. Veréis.
Era el día de Navidad de 1960, yo tenía 13 años, y estaba trabajando de borreguero con tío Ezequiel ( borreguero significa pastor) y tío Ezequiel era el hombre más rico y avaro que había en mi pueblo.
El negocio familiar de mis padres, se había arruinado, porque mi padre se dedicaba a comprar, criar y vender cerdos en las ferias de los pueblos de Cáceres, pero se desató una epidemia de peste porcina, y se prohibieron las ferias y trasiegos de cerdos, así que nos tuvimos que buscar otro medio de vida.
Nos pusimos de criados con tío Ezequiel, mi padre de pastor con un rebaño de unas 200 ovejas, yo de pastor con otro rebaño de otras 200 ovejas aproximadamente, y mi madre de jornalera.
Mi madre cogía algodón, cuando se acababa el algodón empezaban con el tabaco, por estas fechas navideñas, cogía aceitunas a temperaturas bajo cero, y cuando se acababan las aceitunas iba a coger las heces de las vacas a los prados del tal Ezequiel.
Tío Ezequiel, tenía seis hijos, uno de ellos era médico, dos estudiaban en la Universidad de Salamanca, uno de ellos hacía de capataz, y las dos hijas estaban en casa porque entonces no era normal que las mujeres fuesen a la universidad, así que una de ellas era novia de otro mozo rico del pueblo y la pequeña era aún muy joven y resulta que le gustaba yo.
Aquel día de Navidad de 1960, no fue un día cualquiera, estábamos pasando un temporal de lluvia y frío muy intenso, pero yo tenía que salir cada día con las ovejas, a pastar por la dehesa. Por la mañana me dijo, Jarrampla, que esa era el apodo del tal Ezequiel. “A ver Rabadán, si hoy no se muere ningún cordero, que ya estoy hasta los cojones de ti, luego a la tarde te pasas por el prado de Gargantilla y te traes el caballo lozano que lo necesito para mañana ir a las vacas”
Yo me fui acojonado aquel día con las ovejas, porque había una extraña enfermedad, aquel invierno, que la mayoría de los corderos cuando nacían se morían.
Así que hizo un día auténtico de perros, era aguanieve mezclada con un fuerte vendaval, parieron cuatro ovejas, y se murieron tres corderos, yo también me sentía morir con ellos, por la tarde se serenó el tiempo y empezó a helar con severidad, estaba yo empapado de agua y frío.
Cuando cerré las ovejas fui a recoger el caballo, me monté en él y me fui al pueblo que estaba bastante lejos, con el frío y lo mojado que estaba, empecé a congelarme encima del caballo, y cuando llegué a casa, mi madre me tuvo que ayudar a bajar y tenía los pies inamovibles con síntomas de congelación.
Como se me habían muerto tres corderos, y el tal Ezequiel me había amenazado, aquella noche no quise ir a cenar a su casa, y no se si me acosté sin cenar o no.
Al día siguiente le dije a mi madre, ya puede escribir a la tía catalana que cuanto que cumpla los catorce años me voy con ellos a trabajar a las fábricas aprender un oficio, o lo que sea.
Así que lo hice y hasta ahora. Todas las demás Navidades desde entonces las he pasado bien, pero el precio pagado ha sido que desde entonces no he tenido valor para volver a mi pueblo a pasar unas Navidades con mi familia, al pueblo voy en otras fechas pero nunca en Navidad, es demasiada mala leche la que siento.
Un abrazo y solidaridad para todos aquellos que no pueden pasar una Navidad, como todos deseásemos, para los que estén en el exilio, en la pobreza o en la desesperanza.

Feliciano Robles Blanco. Licenciado en Ciencias de la Educación
http://feliciano.blogspot.com

 

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