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viernes, enero 16, 2004

 

Fracaso escolar

Feliciano Robles Blanco *

Este artículo lo escribí hace tres años, y hoy con ligeros retoques lo reedito porque creo que las circunstancias que originan los fracasos escolares en los niños y estudiantes permanecen poco más o menos igual
Voy a empezar a escribir con mucha precaución, porque quiero abordar un tema, en el que quizás cada uno de los que lo leáis y os sintáis representados seguramente tendréis una opinión diferente a la que yo expongo en función de vuestra propia experiencia, que no tiene por qué coincidir con la mía. .
Estos días estoy impartiendo un curso de Educación Vial a mis alumnos que les tiene bastante motivado, y el que os aconsejo que realicéis los que os dediquéis a la docencia. El curso lo empezamos analizando varios accidentes, y viendo las causas que lo desencadenaron o ayudaron a que fuese tan grave.
Por ejemplo, si analizamos el accidente de la princesa Diana en París, vemos que fueron muchas las causas que ocasionaron aquella tragedia, sin poder determinar cual fue la que lo desencadenó.
Pues bien con el fracaso escolar, ocurre algo parecido. Se puede considerar como el accidente más grave del sistema educativo, y son muchas las causas que lo desencadenan y agravan.
Lo normal cuando se habla de este asunto, es oír lo siguiente: Si hablas con docentes, echan la culpa a los padres, si hablas con los padres echan la culpa a los docentes y si hablas con los alumnos echan la culpa a las cosas que se tienen que aprender, porque las encuentran un rollo y les interesan nada o muy poco, y además encuentran la mayoría de las clases tediosas, monótonas y carencia de motivación y profesionalidad en muchos docentes.
Yo creo que todos tiene razón, pero cada uno tendría que coger la parte de responsabilidad que le toca y actuar en consecuencia.
El fracaso escolar, se manifiesta principalmente en la adolescencia, pero a mi entender se engendra en los primeros años de la vida de un niño.
Los niños nacen cuando los padres se encuentran inmersos más intensamente en la vida profesional, y hace que descuiden la crianza de los niños, poniéndoles en manos de gentes extrañas o llevándoles a guarderías o colegios a edades muy tempranas.
Mi experiencia personal al respecto ha sido la siguiente, mi padre me enseñó a leer, a escribir y a contar cuando apenas tenía cuatro años, y no había pisado una escuela, me enseñaba en el campo, mientras estábamos con el ganado, me explicaba la naturaleza, y me hablaba siempre de planes y proyectos futuros.
A mis hijos tanto su madre como yo o sus abuelos, les enseñamos a leer, contar y escribir con tres años, cuando viajábamos en el coche iban jugando con la abuela o con su madre a juegos de palabras, a identificar los mapas de carreteras, etc.
En casa he jugado mucho con ellos a las cartas con la baraja española, y con ellas han cogido gran soltura para aprender a contar, clasificar y elaborar estrategias de juego, no os podéis imaginar la de cosas que aprende un niño jugando simplemente a las cartas, porque hay muchos tipos de juego diferentes y cada uno requiere una estrategias diferentes.
Así que muchas tardes las hemos pasado jugando en familia a las cartas, fijaros había veces que en la mesa estábamos la abuela de mi mujer, con cerca de 90 años, mi suegro con cerca de ochenta, mi suegra, yo y mis dos hijos, el pequeño a lo mejor solo las repartía y contaba y luego ya más mayor se iniciaba en el juego.
Perdonar este rollo, pero creo que ahí radica la base para iniciar el aprendizaje eficaz y significativo de los niños, aprender a jugar, a ganar y a perder, a compartir, a desarrollar estrategias y tomar iniciativas que le lleven al éxito en el juego y a saber perder con dignidad y reconocimiento a los méritos del contrario. Me causa desazón observar lo poco que juegan los padres con sus hijos. El juego es una parte significativa de la iniciación al aprendizaje.
Se debe desarrollar la curiosidad por aprender en los primeros años de la edad de los niños, y para ello, las personas más adecuadas son sus familiares directos, porque hay que hacerlo, con mucho cariño y con mucha paciencia, y saber sacrificar un tiempo que se lo tenemos que quitar a otras actividades. Pero creerme que vale la pena.

Feliciano Robles Blanco. Licenciado en Ciencias de la Educación

http://feliciano.blogspot.com

 

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