Utopia Siglo XXI

 

 

Diario educativo de Feliciano Robles, para tratar de conseguir una Educacion integradora y liberadora en los valores humanos que mas dignifican a las personas.

 

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sábado, septiembre 04, 2004

 

Capítulo 2-11: Aprender a construir la paz

Aportación de la profesora argentina: Angela Ridao

Actualmente el mundo vive convulsionado por los cambios acelerados, tecnología y investigaciones muestran grandes avances humanos, pero algunas veces se utilizan para bien y otras para mal.
Para bien: podemos ver inventos y descubrimientos que han beneficiado a la humanidad como es el caso de: vacunas, descubrimientos en el ADN, inventos en el campo informático que permiten conectar al mundo entero, y la lista puede seguir.
Para mal: se han realizado acciones utilizando inventos y descubrimientos que operan para mal, como por ejemplo: las guerras, difusión de bacterias y virus que ayudan a destruir, disturbios, destrucción, conflictos, trabajo en condiciones de esclavitud con opresión a niños y mujeres, violencia de todo tipo y en todo orden.

¿Qué sucede con esta humanidad, como convive, como aprende, como busca trascender?

El fundamento humano es que venimos a este tipo de existencia a ser felices, a trascender como seres auténticos y plenos, ¿pero que cosas hacemos para lograrlo? ¿cómo aprendemos a vivir y que consecuencias generamos?

En el camino existencial, desde los orígenes luchamos por constituirnos como SER, lo cual significa estar satisfechos con nosotros mismos y obrar de una manera que nos conduzca a la plenitud, sin descartar que las maneras puedan ser erradas o acertadas, cada uno en su lugar cósmico lucha por ese ser siendo.
En el nivel concreto somos por las cosas que HACEMOS, aquí entran a jugar las acciones y vivencias cotidianas, que nos guían a desarrollar nuestra inteligencia, entendida como capacidad de adaptación, de desarrollar habilidades y actitudes que solucionen los problemas que tengan relevancia para el contexto donde vivimos (familia, sociedad, cultura). La inteligencia es un componente humano que nos guía para llegar a SER. Por ello, tenemos una faz intrapsíquica, donde nuestro YO tiene poder de: adaptación, utilización efectiva de nuestros componentes internos, de búsqueda de solución a cuestiones existenciales que se valen de la configuración de un mundo interno que esta conformado por el reservorio de recuerdos, sentimientos, emociones, conocimientos, experiencias, etc, y por otro lado tenemos otra faceta que nos conecta con el mundo externo, con lo OTRO, así realizamos acciones por, para, con otros, lo cual permite desarrollar la inteligencia interpersonal. Tanto una faceta u otra es la que constituye nuestra inteligencia emocional, motor que genera una energía que impele a HACER y TENER.

Una hipótesis podría ser: si todo el mundo se manifestara, actuará, comunicara, por medio del AMOR (en sentido amplio) no existirían los problemas mencionados al inicio de este texto.
Amor una palabra corta, simple, que algunos la piensan como banal, como ñoñeria, pero que encierra la esencia del SER, HACER y TENER; ya que nos induce a procesos de humanización, nos conecta con el micro y macro cosmos, a través de él encontramos el sentido y el significado a la existencia.

La capacidad vital que nos concede el AMOR permite educarnos, educar.
En los primeros días de existencia del cachorro humano, el bebé, se conecta con el mundo por el amor que recibe de su entorno, y así comienza su camino de aprendizaje. El contexto siembra las semillas que luego llevarán al individuo a identificarse con una cultura, sociedad, nación. Este amor permite hacer acciones que le devuelven la mirada que le indican como actuar en el mundo, una mirada de protección, de cuidado, de contención, de confianza y seguridad. Es así como la infancia aprende a confiar en este mundo, y a operar sobre él porque hay quien educa y colabora en el crecimiento.
Por otro lado aprende a tener: conocimiento, relaciones y vinculaciones sociales significativas, amor hacia sí mismo y hacia los demás, es decir, aprende a dar y recibir.

En un salto evolutivo, si pensamos en un adolescente, se puede decir que el amor le permite dejar cerrar la etapa de la niñez para entrar en otra, rica en experiencias. Aprende a conocerse, descubrirse, a amar y amarse, a identificarse con ideas, a formar una ideología, a defender sus convicciones, por poseer un mundo rico en imágenes y utopías lo lleva a conectarse con la expresión artística y con la ciencia. El adolescente asume desafíos, se juega por la vida y sus seres queridos, se pone a prueba, lo cual lo lleva a descargar sus energías en acciones con sus pares y cuando la circunstancia lo permite incluye al adulto en su mundo, lo respeta y admira como modelo. Aprende a tener: conocimientos; relaciones vinculares donde vuelca sus pasiones, productos que surgen de su inteligencia; configura un sistema de derechos y obligaciones, se forma como ciudadano desde un punto de vista ético; su imaginación le permite obtener creaciones que le dan placer.

En otro salto evolutivo encontramos las generaciones de padres o gente de mediana edad, con gran nivel productivo, que hace y se juega en su existencia vital en esta sociedad para tener una posición social, confort, un ideal por el cual luchar (una familia, una profesión, una pareja, etc). Es una etapa de gran creación porque aquí ya se quieren dejar impresiones en el mundo, el sello propio.

Y a grandes saltos la última etapa del ser humano, la tercera edad, la ancianidad. El tiempo se ralentiza, se hace lento y el espacio se torna parte de él. Las acciones se disfrutan con mayor gusto, se hacen cosas impregnadas de la sabiduría que atesoro durante toda su vida, la huella en este mundo es inminente. Son lo máximo poseen la historia de costumbres, experiencias, cultura, conocimientos, que quedan como legado a las generaciones más jóvenes. El tener en esta etapa es aspirar a la salud, a tener un pasar económico que le permita subsistir, aunque en algunos casos se tenga que disponer de ayuda externa. A tener tiempo para observar y recorrer la naturaleza y disfrutarla, de manera tal que quede guardada en un lugar del alma, patrimonio trascendental. Aparece la esperanza de otro tipo de existencia, como mecanismo de defensa ante la angustia de extinción. Aspira a llevarse lo mejor de uno mismo, del SER, quien fue, que dejo, que tiene en su riqueza espiritual. Que significado tiene el mundo al final del camino, las cosas materiales, naturales, espirituales.

Por eso aprender a SER, HACER, TENER es un camino de lucha por la existencia humana. El aprendizaje es como un barco que nos transporta de una orilla a otra, a veces luchando con tempestades, vientos arrebatadores, huracanes, y otras veces disfrutando de aires apacibles que acarician el alma, del sol que entibia y da bienestar. En fin la vida merece la pena desde el origen hasta el fin. La PAZ y el AMOR son una vía, senda para existir, bellos términos pero difíciles de alcanzar, especialmente en un mundo donde la maldad y la negatividad trata de contaminarnos, por eso luchemos desde cada lugar de este planeta para contagiar de amor y paz a quienes no lo entienden así, o no lo conocen. Luchemos por todos: la infancia, la adolescencia, las generaciones intermedias, las generaciones que comprenden la tercera o cuarta edad.

Angela RidaoTandil, ( República Argentina) 3 de septiembre
2004

 

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